dimecres, de gener 18, 2006

Alícia: qui mira qui



"Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través. ¡¿Pero, cómo?! ¡¡Si parece que se está empañando ahora mismo y convirtiéndose en una especie de niebla!! ¡Apuesto a que ahora me sería muy fácil pasar a través! --Mientras decía esto, Alicia se encontró con que estaba encaramada sobre la repisa de la chimenea, aunque no podía acordarse de cómo había llegado hasta ahí. Y en efecto, el cristal del espejo se estaba disolviendo, deshaciéndose entre las manos de Alicia, como si fuera una bruma plateada y brillante." A veces nos miramos a un espejo y creemos que su realidad depende simplemente de nuestra presencia. Falacia entre pares. Refleja mucho más mundo del que podamos nunca soñar y sueña reflejos que siempre quisiéramos ver. De hecho, ¿quien nos dice que cuando nos vamos no somos sino reflejo de esa persona que hace un momento nos observaba y, cansada de su reflejo, ha decidido desaparecer y expulsarnos de su realidad? Quizás no llegamos ni a ser su reflejo, quizás ni nos ve ni, qué dolor, nos mira. ¿Puede haber mayor desprecio que sentirnos ignorados por quien suponemos fiel reflejo de nuestro ser? Cruel realidad la del espejo. Pero ahílas peor. Quizás nunca vistas pero siempre presentes. Leídas en una arruga, un pelo mancillado por la edad o una sonrisa frustrada por un recuerdo fugaz. En el fondo, por qué no, somos un recuerdo de cualquier espejo, una ilusión de ése que vimos, un reflejo de lo que no vemos.